“No hay manera de apagar la sed de esa vasija agujereada: cuanto más pagamos, más debemos, y cuanto más debemos, mejor obedecemos”. Palabras simples reescribiéndose una y otra vez en el cuaderno de notas de la historia de la ignominia. Y mientras decidimos publicar esto un minúsculo grupo de personajes, radicalmente pretendiéndose inhumanos, cierra negocios redondos de entrega y saqueo.
Cada une sabe muy bien para sí cuando fue la primera vez que se acercó a la magistral simpleza de la escritura de Eduado Galeano, las otras cosas que tuvo que leer o preguntar para entender, los lugares que visitó, con quién. Es un buen momento para preguntarse qué hicimos con esa sensación de claridad, con la certeza, la amargura o la esperanza.
¿Para qué leemos, si no, lo que leemos?
¿A dónde nos llevan las palabras?
Estas que publicamos, esperamos que a hacer.
Estas páginas son sobre crímenes históricos cometidos sobre la tierra y los seres vivos. Son también para que no nos sintamos tan títeres, tan muñecos de madera o, peor, de plástico. Para que cortemos los hilos. Para que no nos vanagloriemos de no sentir el dolor de nadie.
Como hace treinta años lo hacía la revista Chasqui, en Ecuador, volvemos a publicar las Cinco frases que hacen crecer la nariz de Pinocho. Tomamos parte, en estos tiempos de corrimientos de la frontera de la verdad, de lo verosímil, de lo evidenciable, por la memoria de nuestras comunidades y el futuro de las infancias.